Mentes distintas, se juntan para crear historias fantásticas y tal vez sólo un poco más trágicas de lo pensado, pero de igual forma, nos agrada y nos deleita.
Autores: Andrea Olmus, Adriana Olarte, Vanessa Gómez, Michelle Vargas y Joann Ospina.
Gracias locas..
Yo quería cuatro, siempre había soñado con cuatro, pero sólo veía tres. Alcancé a pensar que estaba ciega, pero tal vez, eran más los deseos de tener cuatro que nunca lograba tenerlos. Cuando me di cuenta que las drogas engañaban mi visión, noté que en realidad eran cinco.
Pero aún así ni siquiera aquellas drogas lograban que yo viera lo que quise, sólo un instante. Después de un rato se me fue olvidando que era lo que realmente quería ver y caí en una confusión.
Otra vez tenía compañía, siempre he sabido que con compañía no me es bueno pensar. Miraba esos ojos, esos ojos grises que cautivaban mi mente, pero aún así, trataba de evitarlos. Mis manos empezaban a sudar.
Tuve que salir corriendo porque vi la maldad pura en esos ojos, corrí y corrí lo más lejos que puse, cada paso que daba sentía que me regresaba al lugar donde estaba. Era como avanzar hacia atrás para seguir sintiendo miedo. Cada vez sentía más compañía a mí alrededor. Había fuertes paso, voces, viento y muchos ruidos que hacían que mi miedo fuera cada vez más fuerte.
A lo lejos, vi una puerta; ya no sabía si corría hacia mi miedo o si corría de el, pero ver esa puerta me hizo sentir algo de curiosidad. Traté de acelerar mi paso, pero algo me detenía, me halaba hacia ese lugar lleno de malicia, y fue cuando me di cuenta que nunca me moví. Yo era mi compañía, yo era la maldad, yo. Las voces y los pasos estaban en mi mente, pequeños demonios que habitan en mí.
Acostado en una cama, en la cama del hospital, reviví todo lo que me pasó aquel día. Cada día me siento más acabado y débil... Recordaba cuando sentía avanzar y corría sólo hacia atrás, me llevó de un soplo a la realidad. Ahora que no tengo mis piernas, todos aquellos sueños parecen tener sentido. Tocaron la puerta, sin poder pararme y sin ganas de gritar me di la vuelta, tocaron otra vez. Quería moverme, mis ojos se llenaron de lágrimas mientras mi cuerpo intentaba avanzar hacia la puerta y poder ser rescatada de esa oscura soledad y perdición en ese cuarto gris consumido por las sombras.
Cuando me di cuenta que la luz entraba por la ventana, mis ojos la odiaron, pero esa luz me hizo ver que estaba en mi cuarto, despertando de una larga noche que hasta donde recuerdo había consumido varios ácidos y un par de líneas de polvo de ángel. ¿Ángel? Ángeles veo desde aquel día en que pretendí ser quien no era, cuando quise ver cuatro y sólo veía tres. Cuando corrí, cuando dejé de sentir. Cuando paré de ver la luz y mi silueta se desvanecía en medio de la oscuridad. A pesar de desvanecer, había algo dentro de mí, un demonio que me pedía más. Por otro lado mi conciencia quería parar y no sabía que hacer, pero es que realmente me daba placer.
Era un placer momentáneo, conocía bien la sensación. Todo empezó aquella noche de la que sólo recuerdo los ojos grises. Desde ese entonces vivo entre la realidad y una ilusión; no sé cuál es cuál, no estoy segura en cuál me siento mejor. Tal vez esa ilusión me lleve a una realidad más placentera donde los demonios y las imágenes bizarras dominan mi mente y alma. Tal vez, sólo tal vez quiera imaginar que vivo en esa ilusión para salvarme... pero ¿Qué ganaría salvando mi cuerpo si mi alma y mente están llenas de esa negra sustancia que corrompen mi ser?
Probablemente aquella respuesta no la encuentre, nunca la tenga. Pero ¿Qué hay de la esperanza? Si a lo mejor pudiese salvar mi cuerpo y elevarlo hasta la altura más plena de todo lo terrenal, podría convertir una gota de agua en una gran ilusión que desate mi realidad y los demonios tal vez. Necesito estar entre ángeles y demonios para salvar mi alma y mi cuerpo y vivir en esa ilusión que, por un momento me hizo sentir llena de todo a lo que no tengo viviendo en la realidad.
Not finished, to be continued...
