Thursday, June 26, 2008

Ese gran simulacro Por Mario Benedetti

Cada vez que nos dan clases de
amnesia
como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huérfana
cada vez que nos dan clases de
amnesia
y nos conminan a borrarla ebriedad del sufrimiento
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros

en mi región hay calvarios de
ausencia
muñones de porvenir / arrabales
de duelo
pero también candores de
mosqueta
pianos que arrancan lágrimas
cadáveres que miran aún desde
sus huertos
nostalgias inmóviles en un pozo
de otoño
sentimientos insoportablemente
actuales
que se niegan a morir allá en lo
oscuro

el olvido está lleno de memoria
que a veces no caben las
remembranzas
y hay que tirar rencores por la
borda
en el fondo el olvido es un gran
simulacro
nadie sabe ni puede / aunque
quiera / olvidar
un gran simulacro repleto de
fantasmas
esos romeros que peregrinan por
el olvido
como si fuese el camino de
santiago

el día o la noche en que el olvido
estalle
salte en pedazos o crepite /los recuerdos atroces y de
maravilla
quebrarán los barrotes de fuego
arrastrarán por fin la verdad por
el mundo
y esa verdad será que no hay
olvido

Saturday, June 14, 2008

Recuerdos nocturnos

Mis ojos no paraban de llorar. Veía la noche estrellada con esa luna enorme y preciosa que me recordaba tu siluera. Veía en ella tus ojos, tus labios, tu dulzura, tus manos que alguna vez tocaron mi cuerpo. Veía la noche y recordaba aquellos momentos en lso que fui tuya.
Caminaba, caminaba sin rumbo y me despedía de tu sombra observando cada detalle que me rodeaba. Caminaba recordando el brillo de tu alma; ese brillo que me cautivó desde ql primer momento que te vi.
Secaba mis ojos, pero no podía evitar que las lágrimas dejaran de salir. Cerraba mis ojos y trataba de olvidar tantos momentos de odio y desamor que vivimos; trataba de olvidar que existía, que existía el mundo y que quería escapar... quería huir y jamás regresar.
Abrí mis ojos y me vi perida en un mundo infectado por el odio. Sentía como mi alma se desvanecía y mi cuerpo -que intentaba escapar- quedaba inmovil, inmerso en un mundo d etemor y lágrimas.
Mi respiración se aceleraba y ya no eran sólo mis ojos los que lloraban, era también mi alma, que no sentía tu presencia.