Wednesday, March 25, 2009

Se me escapan las ganas de todo al volver a pensar en aquel incidente. Para muchos una pelea más, para otros una tragedia, para mi... para mi ya no sé lo que significa.
Trato de no pensar en eso, pero me queda más que imposible no sentir tanto odio y rabia mientras escapo de casa, de ella o hasta de mi misma.

Corro y corro. Me canso de correr. Las lágrimas ya no salen pero es que me cansé de tratar de entenderla y actuar como quiere que lo haga.

¡Me harté!Me harté de vivir bajo reglas estúpidas que ni siquiera ella cumple. Que son estúpidas pero ella ni siquiera lo ve porque está ciega por tanta locura y basura que tiene en su gran cabeza.

Sé que trata de ver las cosas de una manera diferente -claro, cuando le conviene- pero, ¿Por qué siento la mayoría de veces que soy yo la que se niega a ver el mundo a su manera y trata de sobrepasar su vida y su forma de pensar?

Me he cansado de caminar, de correr, de mirar, de respirar, de ... de todo al final de cuentas. Me cansé de vivir como vivo. Y lo peor de todo es que sé que no tengo ganas de hacer nada al respecto. Simplemente seguir vagando por el mundo. Tal vez encontrando o no un rumbo, pero caminando como un ente tal vez por allí o tal vez por allá.

No quiero pensar en ella, pero es más que imposible sacarla de mi cabeza e imaginarla gritando y levantando esa mano que ya ha tocado mi cara. Imaginandola con su bata de seda, y esa cara de amargura que tantas noches me ha mostrado. Estoy harta de ella y de lo que vivimos día tras día. Pero de igual manera, ella no quiere dejarme ir, no quiere, no me deja. No quiere separarse de su tormento, por alguna razón inexplicable.

Sueño que la ahogo con esa almohada tan fina en la que reposa su cabeza noche tras noche, pero despierto y ahí está... con un grito más en su boca, esperando una respuesta que le indique que puede seguir haciendolo cuando se le antoje.

Ya no vale la pena escribir sobre esto, si en realidad, ella nunca cambiará...

Sunday, March 15, 2009

Un lamentable adiós.

Al parecer el silencio es quien nos lleva a la locura de extrañar a quienes queremos.
A veces faltan las palabras para comunicar todo lo que deseas, como anhelas decirle que la extrañas y que tal vez esté viviendo su vida de una manera tan distinta a la tuya que ya tal vez te ha olvidado y tiene otras prioridades. Que su amor ya ha cambiado. Pero no te atreves a confesarle que para ti siempre será ella la luz de tus ojos y quien mejor te entenderá.
Que ella, sus sueños, su estado de ánimo es lo que te interesa. Nada más importa al saber de ella.
Y que estúpido que recurra a facebook en estos casos, pero es cierto y tan verídico que cuando te escribe así sea un pequeño comment diciendo que está bien y que quiere hablarte es lo que más rápido hace palpitar tu corazón.
Qué estúpida me siento pensando en que ella creerá y sentirá lo mismo. Al parecer la distancia ya ha hecho de las suyas y ha provocado el olvido. No completamente pero si parcial. Tan parcial que parece completo.

Me gustaría gritarte que no te olvido. Que mis palabras a veces no son las que necesitas ni las que quieres, que a veces soy una maldita infeliz que no sabe como decir las cosas y huye desesperadamente de las voces del más allá para no tener que enfrentar tu fría ausencia.
Suspiro... suspiro tanto que se me acaba el aire que tengo para darte. Y si, me falta el aliento para decirte que has cambiado y que ahora solo conozco una pizca de ti. Es que ya ni te emociona mi saludo -ese que en semanas no aparecía por estar pendiente de tantos asuntos externos- No te emociona encontrarme y poder decirte que te extraño. Ya no. Ya no tiene el mismo efecto. Pero no te culpo, culpo a la distancia que es quien nos separa.
Adiós te digo. Pero no es un adiós definitivo... Es uno que se llevará el viento cuando sienta tu presencia pura de nuevo.
Te extraño, siempre.